sábado, 30 de enero de 2016

NADIE HACE MILAGROS CONTRA LA FE, YA QUE DIOS NO ES TESTIGO DE FALSEDADES


Creo muy interesante el siguiente texto a fin de aclarar los falsos milagros. Es el comentario nada menos que de Santo Tomás de Aquino sobre la Segunda Epístola de San Pablo a los Tesalonicenses, más específicamente sobre el Anticristo.

El texto completo puede ser leído en el blog Doctoris Angelici. A continuación, transcribo la parte que más interesa en este momento para que no se dejen engañar por los falsos milagros de la "iglesia" conciliar:

Y [el Anticristo] engañará de esta manera: primero valiéndose del poder secular; segundo, del poder de los milagros. Cuanto a lo primero dice: "con toda suerte de milagros", a saber, del mundo. "Se hará dueño de los tesoros de oro y de plata y de todas las preciosidades de Egipto" (Dan. 11,43). O con virtud fingida. Cuanto a lo segundo dice: "de señales". Las señales son una especie de "milagritos". Los prodigios en cambio son grandes, que demuestran que una persona es un ser prodigioso, como quien dice procul: lejos, a dígito: del dedo (Ap 13). Y hace: "prodigios falsos". Llámase falso un milagro, o porque le falta la verdadera razón del hecho, o la verdadera razón del milagro, o el debido fin del milagro. Lo primero es lo que hacen los prestidigitadores, mejor dicho, lo que se hace por arte de magia y brujería, cuando el diablo se encarga de dar gato por liebre para que parezca otra cosa de lo que es; como hizo Simón Mago con un carnero que mandó degollar, que luego se dejó ver vivo; o con un hombre, que todos creían degollado y, por haberle visto luego vivo, le creyeron resucitado. Y esto hace que a los hombres le formen fantasmas en la imaginación para engañar.

La segunda especie de milagros, impropiamente llamados así, son los que despiertan crecida admiración, por verse el efecto, sin conocerse su causa. Así pues "los milagros", que tienen no simplemente su causa oculta, sino para alguno oculta, dícense no simplemente milagros, sino prodigios. Mas los que tienen simplemente su causa oculta son propiamente milagros, cuyo autor es el mismo glorioso Dios, porque están por encima de todo el orden de la naturaleza creada. Pero algunas veces se hacen algunos prodigios, cuyas causas están ocultas, mas no fuera del orden de la naturaleza; y esto con más razón lo hacen los demonios, que conocen las virtudes de la naturaleza y tienen determinada eficacia para especiales efectos; y éstos hará el Anticristo, pero no los que tienen verdadera razón de milagro, porque no tienen poder en aquello que está sobre la naturaleza.

Dícense milagros en tercer lugar los que están ordenados a servir de testimonio a la verdad de la fe, o a llevar a los fieles a Dios, como se dice en San Marcos. Mas si alguno tuviese la gracia de hacer milagros, y no se valiese de ellos para este fin, los milagros serían verdaderos cuanto a la razón del hecho y a la razón del milagro; pero serían falsos cuanto al debido fin y a la intención divina.

Pero esto no sucederá con el Anticristo, porque nadie hace verdaderos milagros contra la fe, ya que Dios no es testigo de falsedades. Donde uno predique una falsa doctrina no puede hacer milagros, aunque un hombre de mala vida bien pudiera.

Luego señala a los que se dejarán engañar, al decir: "a aquéllos que se perderán", esto es, a los destinados a la perdición. "Ninguno de ellos ha perecido sino el hijo de la perdición". Y esto precisamente porque "mis ovejas oyen mi voz" (Jn 10).

Las palabras son tan claras, y con el peso de la autoridad del Doctor Angélico, que no tenemos nada más que añadir.