miércoles, 31 de octubre de 2012

MILAGROS EUCARÍSTICOS - 9


LLUVIA DE PIEDRAS 
Año 1570 ? Francia 

En el año 1570, estaban infestadas las provincias de Francia de herejes hugonotes que odiaban de muerte a los Religiosos, y hacían escarnio de todo lo más santo y sagrado. 

En este tiempo tenía que comunicar el Padre Provincial de los Franciscanos de Valencia un importante asunto con el padre general de la Orden, que a la razón se hallaban en París, e impidiéndole las graves circunstancias el poderlo hacer con cartas, pensó por algún tiempo quién de su súbditos sería más apto para una expedición en que tanto peligraba la vida, y le pareció que nadie mejor que Fray Pascual Bailón aceptaría encargo tan arriesgado. 

Llamole pues, mandándole emprender el viaje, y el Santo, con suma alegría de espíritu, se puso al instante en camino, muy confiado en que la obediencia le sacaría sano y salvo de todos los peligros. Llegó al primer convento de su religión, situado en territorio francés, y al saber los Padres de aquella Comunidad la comisión que llevaba, dudaron de si era lícito obedecer con tanto peligro de vida, pero al fin dejaronle proseguir su camino. 

Iba el Santo descalzo con un hábito andrajoso y un rostro de penitencia que llevaba tras sí los ojos de todos. Por cuantos lugares pasaba recibía innumerables molestias, denuestos e injurias. En un pueblo le roderaron los herejes, y creyendo que un fraile, en la apariencia ignorante, podría ser convencido e imbuido de sus errores; preguntáronle si creía que en la Hostia consagrada se contenía el Cuerpo de Cristo; a lo cual habiéndoles respondido con gran seguridad que sí, comenzaron a argüirle con sofismas capciosos a fin de apartarle de la verdadera creencia. 

El Santo respondía a todo con tanta copia de doctrina y solidez de argumentos que tuvieron que dejarle en su fe, retirándose todos confusos y avergonzados. Comenzaron luego a despicarse, y con rabia infernal arrojaron sobre él una lluvia de piedras con el fin e quitarle la vida. 

Pero ¡Oh prodigio! Todas las piedras que habían de realizar el siniestro intento de los que las arrojaban, al llegar al Santo Fray Pascual se desviaban, respetando de esta suerte, al que defendió con tanto fervor y tesón la verdad de la sagrada Eucaristía. 

(R. Privadeneira, S.J., Vida de San Pascual Bailón.)

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