sábado, 20 de octubre de 2012

EL MILENARISMO

   Por una parte, en el A.T., aparece bien clara la promesa de una época de gran prosperidad (pero la perspectiva profética no distingue los diversos planos y afirma que seguirá a la venida del Mesías, sin especificar que no inmediatamente después). Por otra parte, en el Apocalipsis (c.20) se anuncia que Satán estará encadenado mil años, tiempo que los mártires vivirán y reinarán con Cristo. De ahí la teoría de un futuro plenamente feliz en eta vida durante mil años.

   Y al comienzo del cristianismo la opinión bastante extendida de que estaba próxima la segunda venida de Cristo obligaba a poner después de ella los mil años en  los cuales Cristo reinaría corporal y visiblemente.

   Las opiniones milenaristas se dividen acerca de si la resurrección general, e incluso el juicio final, serán al principio y no al fin de esos mil años. No han faltado algunos, como Cerinto y los ebionitas, herejes del siglo I, que incluían en la felicidad milenaria la licitud hasta de los placeres carnales, como la fornicación.

   Incluso personajes como San Papías, el discípulo de San Juan, su amigo San Policarpo, San Justino (s. II) y, el último importante, Lactancio (s. IV) tuvieron la opinión milenarista. Los pasajes de San Ireneo que la defendían se ha demostrado que son interpolados. La disputa creció durante el siglo III .Pero después de las refutaciones de la escuela de Alejandría (Clemente, Orígenes y Dionisio, aunque éste llegó al extremo dialéctico de negar la inspiración del Apocalipsis), de San Jerónimo y San Agustín (que sin bien al principio lo admitió, luego rectificó), fue rechazada esta teoría, aunque no ha dejado de surgir de vez en cuando algún escritor original milenarista, como el jesuita español. P. Lacunza, de finales del siglo XVIII, uno de sus principales defensores, con influjo incluso entre los protestantes.

   La Iglesia no tomó postura oficial hasta 1944; el Santo Oficio notificó que no podía enseñarse con seguridad (“tuto doceri non potest”) un reinado corporal visible de Cristo en esta vida antes del juicio final.

   Los errores básicos de interpretación son: A) La restauración profetizada si a veces se dice que será después del juicio: o bien se refiere a la restauración definitiva de la Jerusalén celestial (Dan. 12,2 s.; 1 Cor. 15,23 s.; Sal. 21,28 y 71 en su sentido literal, etc.), después del Juicio Universal, o bien al juicio o castigo de los enemigos de Israel antes de su restauración futura (Jer. 46,10.28; Ez. 30,3.26; Is. 63,4; 66,15 s.; etc.). B) Creer que la venida del Señor estaba próxima; por tanto, los mil años del Apocalipsis habían de transcurrir después de ella. C) Imaginar que durante el milenio de Satán encadenado va a dejar de ser verdad la existencia en el mundo de cizaña, de tentaciones y escándalos, de sufrimiento y cruz.

   El milenarismo no tiene sentido en la actual providencia. Si es antes de la resurrección o del juicio final, ¿no van a ser probados los que vivan durante ese milenio? Si es después de la resurrección universal y tienen la visión beatífica, entonces es ya el cielo.

   Después de la conversión de los judíos, el final del mundo no tardará mil años.

 Padre José Luis de Urrutia, S.J.  
EL TIEMPO QUE SE APROXIMA